martes, 25 de diciembre de 2012

¿Quién fue Papa Noel?


Papá Noel con una niña en sus rodillas

A lo largo y ancho del mundo, Papá Noel tiene múltiples y variados nombres, San Nicolás, Santa Claus, Viejito Pascurero, Padre hielo,… al igual que cambian de un país a otro las historias y formas que tienen los niños de vivir la tan esperada noche.
Lo que no varía es la figura del viejecito barrigudo, de tez rosada, vestido con traje rojo y larga barba blanca que se ha convertido en el personaje principal de las fiestas de Navidad.

Pero, ¿quién es este señor al que miles de niños de todo el mundo escriben una carta contándole cómo se han portado y pidiéndole un regalo para la noche de Navidad?

La verdadera leyenda de Papá Noel

 

Cuenta la historia que Nicolás de Bari nació en el siglo IV en Patara, una ciudad del distrito de Licia, en lo que actualmente es Turquía, dentro de una familia rica y acomodada. Desde su niñez, Nicolás destacó por su bondad y generosidad con los más pobres, preocupándose siempre por el bien de los demás. Siendo todavía muy joven, el muchacho perdió a sus padres, presas de una epidemia de peste, y se convirtió en el heredero de una gran fortuna. A sus 19 años, Nicolás decidió dar toda su riqueza a los más necesitados y marcharse a Mira con su tío para dedicarse al sacerdocio.

Allí fue nombrado obispo y se convirtió en santo patrón de Turquía, Grecia y Rusia.
Además fue nombrado Patrono de los marineros porque, cuenta una historia que, estando alguno de ellos en medio de una terrible tempestad en alta mar y viéndose perdidos, comenzaron a rezar y a pedir a Dios la ayuda del santo, y las aguas se calmaron.
San Nicolás falleció el 6 de diciembre del año 345. Puesto que esa fecha está muy próxima a la Navidad, se decidió que este santo era la figura perfecta para repartir regalos y golosinas a los niños el Día de Navidad.

Desde el siglo VI, se empezaron a construir templos en su honor y en 1087 sus restos fueron llevados a Bari, en Italia.
Posteriormente, en el siglo XII, la tradición católica de San Nicolás creció por Europa, y hacia el siglo XVII emigrantes holandeses llevaron la costumbre a Estados Unidos, donde se suele dejar galletas o pasteles caseros y un vaso de leche a Santa Claus.
Por cierto, como curiosidad, el nombre Santa Claus se creó a raíz del nombre del santo en alemán, San Nikolaus.

El aspecto de San Nicolás de Bari era muy distinto al que se le atribuye hoy: tenía la complexión delgada y era de gran estatura. Y el hecho de que lo representen siempre con una bolsa y tenga la fama de repartidor de regalos se debe a que, en cierta ocasión, el santo tuvo conocimiento de que la hija de uno de sus vecinos iba a casarse y su padre no tenía dinero para la dote, por lo que decidió entregarle una
bolsa con monedas de oro. Así, la boda pudo celebrarse y, desde entonces, cobró fuerza la costumbre de intercambiar regalos en Navidad.

Santa Claus, una imagen moderna

 

Aunque la leyenda de Papá Noel sea antigua y compleja, y proceda en gran parte de San Nicolás, la imagen familiar de Santa Claus con el trineo, los renos y las bolsas con regalos es una invención estadounidense. En 1823, el escritor inglés Clement Moore escribió el poema "Una visita de San Nicolás", imaginando que Papá Noel surcaba los cielos en un trineo llevado por, al menos, nueve renos - Rudolph, Donner, Blitcher, Cometa, Cupido, Brillante, Danzante, Centella y Zorro -, y no que repartía sus regalos a pie o montando en un caballo como se había aceptado hasta entonces.

A los norteamericanos también se les responsabiliza de la imagen actual de Papá Noel. En 1931, una conocida marca de refrescos encargó al caricaturista Thomas Nast que dibujara un Papá Noel humanizado y cuya imagen fuera más cercana a las personas para su campaña navideña. Así surgió el Papá Noel vestido de rojo, con cinturón y botas negras que permanece hasta hoy en el imaginario popular, - aunque San Nicolás haya vestido a Papá Noel de verde -.

A día de hoy, la historia cuenta que Papá Noel vive en el Polo Norte acompañado de la señora Noel y de un grupo de duendes que son los encargados de fabricar los juguetes que desean los niños de todo el mundo. Cuando llega la noche del 24 de diciembre, Papá Noel carga todos sus regalos en un saco y recorre el mundo dejando los regalos de los niños debajo del árbol de Navidad.

lunes, 24 de diciembre de 2012

Un cuento de Navidad en Viena.



La capital austriaca acoge un buen número de mercados de Navidad (Weihnachtsmarkte). Aquí es muy fácil sentirse dentro de un cuento de Navidad, cuando edificios tan simbólicos como el Palacio de Schönbrunn o el de Belvedere, la Iglesia de San Carlos Borromeo (Karlskirche) o el Ayuntamiento de Viena (Wiener Rathaus) sirven de decorado; más si, como es habitual, el escenario está cubierto de nieve. Aparte de que algunos de ellos tienen más de 700 años de tradición, estos mercados destacan por su pintoresco estilo y por los productos artesanales que ofrecen. Y por supuesto, por el frío y la nieve. Claro que para combatir las frías temperaturas se puede disfrutar de un ponche (Punsch) o de un vino caliente (Glühwein) en compañía de amigos.

Debido a su popularidad, alguno de estos mercados han perdido algo de la magia, pasando a ser una especie de parques temáticos navideños atestados de gente. Uno de estos es el mercado del Ayuntamiento. Aunque gracias a la Rathaus éste es sin duda uno de los mercados más idílicos, por desgracia está lleno de visitantes y no es recomendable ir en horas punta. En este mercado se ofrece poca artesanía y mucho souvenir; aunque, por otro lado, algunos de los puestos más simbólicos, como el de bolas de Navidad, están aquí. Algo similar ocurre con el mercado en el Palacio de Schönbrunn o con el mercado del Palacio de Belvedere. No obstante, para los primerizos en el invierno vienés, estos mercados son una parada imprescindible.

Más relajados e igualmente encantadores son los mercados de la Plaza de María Teresa (Maria-Theresien-Platz), la Karlskirche y Freyung, donde el peso de los turistas y souvenirs cede un poco a la presencia de vieneses y de productos tradicionales. En Freyung, en pleno centro de la ciudad, pueden encontrarse ofertas muy interesantes. El mercado de Freyung es uno de los más antiguos y tradicionales de Viena: no en vano su nombre es Altwiener Christkindlmarkt, 'mercado tradicional vienés del niño Jesús'. En el mercado de la Karlskirche se suelen ofrecer objetos de arte y productos de inspiración más moderna, e incluso se pueden ver espectáculos callejeros de diversa índole; los más pequeños sin duda disfrutarán de este bazar, ya que ovejas, cabras y ponis pululan a los pies de la iglesia.

En Maria-Theresien-Platz las cosas se ponen un poco más tradicionales. Este mercado es ideal para probar Käsespätzle (un tipo de pasta con queso fuerte), Rösti o Kartoffelpuffer (platos alpinos a base de patatas fritas), Palatschinken (una especie de crêpes tanto dulces como saladas), o Kaiserschmarrn (crêpes troceadas con compota de fruta y azúcar). Aunque si de verdad se buscan productos artesanales hay que acudir a la Iglesia de Mariahilf. A sus pies, un pequeño pero coqueto mercadillo ofrece desde diversas especialidades de manzana hasta productos de carne del Tirol y ponches de frutas variadas.

Los vieneses, sin embargo, no suelen ir a ninguno de los mercados citados anteriormente, o al menos, no en las horas punta. Existen dos mercados un poco más alejados del ajetreo turístico, donde la degustación de ponches tradicionales se convierte en una auténtica experiencia: estos son el de Spittelberg y el del antiguo hospital general (Altes AKH). Spittelberg fue una comunidad independiente de Viena hasta 1850. No obstante, a diferencia de otras muchas comunidades anexionadas por la capital, esta ha sabido mantener una identidad propia que se refleja en sus dos calles principales. Caminando por Spittelberg uno parece abandonar la ciudad y entrar en un pequeño pueblo. En su mercado de Navidad es posible encontrar, además de artesanía, chocolate, Rösti o Kartoffelpuffer, algunos de los ponches más interesantes de todo Viena. Por ejemplo, la galería de arte Nextart sirve uno a base de raíces de plantas africanas o un ponche con cinco elementos que el viajero debe descubrir por sí mismo. Y en el café-restaurante Lux podemos deleitarnos con ponches-cocktail.

Del mismo modo, en el mercado del antiguo hospital general se sirven  interesantes ponches de inspiración india de Dharamsala: de rosas, de coco, de mango, o el llamado maharaja, que contiene cardamomo, jengibre y canela. Otro atractivo del mercado del antiguo hospital es que nos permite practicar uno de los deportes de invierno austriacos más populares después del esquí: Eisstockschießen, una suerte de curling o petanca sobre hielo. En cualquier caso, estos dos mercados nos ofrecen lo mejor, más original y más tradicional de los mercadillos de Navidad vieneses, con el atractivo añadido de ser poco frecuentados por turistas. Sin embargo, esto no quiere decir que estén vacíos... Si algo caracteriza a los austriacos es su estoica resistencia al frío y su pasión por compartir un punsch o un glühwein con los amigos. Aunque el mercurio baje de los cero grados.

 http://elviajero.elpais.com/elviajero/2012/12/18/actualidad/1355835042_124093.html